Posts recientes

¿Y ahora qué pasa?

miércoles, 8 de abril de 2009 ·



Luego de la histórica sentencia de Fujimori, todos los que creen (creemos) en su culpabilidad hablamos de lo transparente del proceso, mientras los fujimoristas (luego de haber elogiado el desarrollo del juicio) niegan que se haya cumplido "el debido proceso". Pero pocos hablan de lo que pasará después de esta sentencia con otros actores de la escena política.

Y con esto me refiero no solo a si Alan García será o no juzgado, si no a qué pasará ahora con el movimiento de derechos humanos y la élite centroizquierdista relacionada fuertemente a este, que se cohesionó en gran parte alrededor del rechazo a Fujimori, y que por años estuvieron esperando este momento.

Porque si bien es cierto que el juicio ha sido transparente y la condena ha sido legal y no política, el papel de este sector fue trascendental para llegar a la extradición y posterior juicio. Eso explica de alguna forma porque hoy Fujimori está preso por crímenes por los que García también podría estarlo en lugar de ser presidente. Y es que el hoy sentenciado desde su primer gobierno generó rechazo por parte de este sector, al abandonar en los primeros años su aparente inclinación izquierdista, aplicar el shock de estabilización, cerrar el congreso, meter preso a Yehude Simon, etc. Cuestiones que no están directamente relacionadas a su sentencia pero que definitivamente fueron determinantes de su relación de odio con el sector "cívico", luego rebautizado "caviar", que finalmente fue el que más presionó e hizo campaña junto a familiares de las víctimas para que no se deje pasar más el tiempo.

Este mismo sector, es cierto, también condena los presuntos crímenes cometidos por el gobierno de García, pero definitivamente ha estado más ocupado en presionar en el tema Fujimori, como lo muestra la situación actual de ambos.

Así, vale preguntarse qué hubiera pasado con García si quien gobernó después de él no hubiese ordenado ejecuciones extrajudiciales, o si lo hubiera hecho pero sin aplicar el shock, perseguir a la izquierda legal, o hacer el golpe y postular a la reelección. Mi impresión es que, en el primer escenario, probablemente hoy García estaría preso o ya libre tras cumplir sentencia. En el segundo escenario, sin embargo, me parece que hay más espacio para discusión. Estaríamos básicamente frente a dos presidentes democráticos que cometieron los mismos crímenes, y me parece que el resultado depende mucho de los resultados que hubiera dado el gobierno de este hipotético sucesor de García. Si lograba la estabilidad económica sin traicionar sus promesas electorales, y además acababa con el terrorismo, seguramente la opinión pública hubiera optado por condenar prioritariamente a García; si por otro lado, no tenía mayores logros, seguramente se les hubiera condenado a los dos por igual, con mayor énfasis en el segundo por una cuestión más que nada temporal. Si el gobierno de su sucesor era simplemente peor que el gobierno aprista en todos los aspectos, tal vez incluso los presuntos crímenes del gobierno de García hubieran pasado a la historia inadvertidos, como los que presuntamente se cometieron durante el gobierno de Belaunde.

Pero lo cierto es que García tuvo mucha suerte: su sucesor generó desde el comienzo antipatías entre grupos que cada vez se convertirían más claves en la formación de una opinión pública que terminó por lograr ejercer suficiente presión.

Y así llegamos a la pregunta de qué pasará después con estos grupos, agrupados en el movimiento de DDHH. ¿Logrará este movimiento mantenerse con la misma fuerza luego del final de lo que ha sido su lucha más emblemática por muchos años. Y si lo logra, ¿sobre qué se cohesionará ahora? ¿El rechazo a Alan García es tan grande entre sus miembros como para unirlos a todos bajo esa causa? ¿Se dividirá en muchas causas individuales con igual o diferente importancia entre ellas, pero sin ninguna 'de bandera'?

García ya aceptó construir el Museo de la Memoria, un hecho que definitivamente significa un viraje radical en su posición frente al tratamiento del pasado con respecto a los DDHH. Esto, visto fríamente, se puede considerar una forma de congraciarse con el movimiento que de otra forma sería mucho más propenso a condenarlo y poner sus crímenes en la agenda cívica tras el fin del juicio a Fujimori. Una especie de 'purificación' frente a la opinión pública cada vez más influenciada por la agenda del movimiento de DDHH, que ya demostró ser eficaz consiguiendo justicia en los temas que se plantea.

Veremos qué pasa. Esperemos que el fin del juicio a Fujimori no signifique el fin del fortalecimiento del movimiento de DDHH, tan saludable para la política nacional, sino el comienzo de una nueva etapa.

0 comentarios:

Sobre el blogger

Mi foto
Lima, Peru
Uno de Los ZappinG (http://www.myspace.com/loszappingperu) y estudiante de tercer año de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico.

Recent Comments

.